Recuerdo un paisaje, aquel en el que grandes montañas blancas emergían de la marisma, blancas montañas de sal que ya pertenecían a ese paisaje, a sus pies los esteros, el serpenteante entramado de canales y caños que dieron fruto a esas montañas de sal, y las blancas casas construídas sobre el salino terreno marismeño..., pero eran yá la úlimas montañas y las últimas casas blancas que yacían en pié, nada que ver con bastantes años atrás, cuando las extracción de la sal había vivido su mayor esplendor..., hoy en día encontramos restos de estas construcciones, construcciones olvidadas, muchas en ruína, escondidas entre la vegetación de la marisma sin que nadie se percate de su presencia... Sin embargo, estas paredes que hoy en día a penas se tienen en pie, recogen un gran valor, el valor de lo que fue una de las acitvidades más importantes en la bahía gaditana, el valor de lo que allí se produjo y de quien allí vivió...
Ya en una ocasión publiqué un reportaje sobre los esteros, os expliqué un poco creo en qué consistían y la finalidad que habían tenido éstos, también os hablé de las especies que allí habitan, ya que es un lugar clave para la avifauna, lugar donde se concentran gran cantidad de limícolas y aves acuáticas en general para alimentarse y donde muchas especies llegan a criar... Ahora en este reportaje, quiero llevaros a conocer este paisaje desde otro punto de vista, enseñaros como hombre y naturaleza han compartido un mismo medio, medio del que ambos han vivido, al fin y al cabo somos una especie más...
Brevemente os explico en que consistía esta actividad... A mediados del s.XIX la producción de sal en la bahía de Cádiz vivía su mayor momento, las marismas, formadas por sedimentos fangosos arrastrados por los ríos, se transformaron en los esteros, sistemas formados por canales y compuertas por donde se conducía el agua captada de los caños principales, permitiendo de esta forma la evaporación y posterior cristalización de la sal... La industrialización y otros factores hizo que esta actividad se fuese abandonando poco a poco..., muestra de lo que fueron estos mejores momentos de la producción de sal lo podremos observar hoy en día si nos damos una vuelta por los muros de contención que formaban los canales..., hoy en día algunos casi derrumbados y los canales colmatados.., podremos observar en algunas ocasiones restos de vagonetas donde se cargaba la sal para darle salida, inlcuso las conducciones ferroviarias para transportarlas..., pero lo que más nos llamará la atención serán los restos de la casas salineras, algunas medianamente aún conservadas, otras totalmente en ruínas...
Aquí os muestro los cuadros de cristalización, o tajería..., parte final del estero donde la sal cristalizaba y se procedía a la saca para luego ser acumulada en los montones de sal... Para cristalizar la sal, el primer paso es captar el agua de las mareas por medio de las compuertas, pasando ésta a un resovorio que se llama estero, luego este agua circula por unos canales serpenteantes llamados vueltas de retenida o de periquillo, donde la profundidad va siendo cada vez menor favoreciendo de esta forma la evaporación..., de esta manera hasta llegar a los cuadros cristalizadores... Gran importancia tienen en este proceso los factores ambientales, el sol y el viento, de ello dependerá que la llegada a la etapa final haya sido un éxito...
Bueno, después de esta pequeña introducción os enseñaré esas construcciones de las que os he hablado, las blancas casas salineras... Si nos acercamos a una de estas casas y la observamos de cerca, aún podremos palpar y percibir a través de sus paredes lo que allí se vivió... En el paisaje marismeño nos podremos encontrar con simples casas compuestas por cuatro paredes y algunas pocas divisiones, llamadas casas bloque, o casas más grandes, más adornadas, más divididas y con patio, llamadas las casas patio. En muchas podremos observar el nombre de la propiedad o del dueño o capataz que allí vivió...
En algunos casos podremos encontrarnos restos de embarcaderos donde se cargaba la sal para darle salida...
Pocas son las casas que hoy en día se mantienen en pie y en buenas condiciones, la mayoría se encuentran totalmente en ruínas, en algunos casos unos escasos muros que asoman entre la vegetación...
En algunas es posible aún observar el blanco de sus paredes encaladas, y aún se aprecian las divisiones de las distintas habitaciones..., cocina, dormitorios, zona para los trabajadores que durante la producción allí vivían.., establo para el ganado que usaban para el laboreo de la sal... Podremos también observar restos de aljibes ya que en este terreno salino la obtención de agua dulce por medio de pozos era casi imposible...
He nombrado los dos tipos de casas que nos encontramos, las casas bloque y las casas con patio, pero también es posible encontrar casas con techo en teja y casas con azotea..., como veréis las construcciones eran variadas pero siempre adaptándose al medio y a la función principal de su existencia que era la extracción de la sal...
Bueno, con estas imágenes y con esta breve explicación he querido acercaros un poco a una actividad y un paisaje algo desconocidos, ya que se concetraban mayoritariamente, en función a la situación y a la condiciones climáticas, en lugares muy específicos..., uno de estos puntos fue la bahía gaditana, debido a su situación geográfica, su medio marismeño y su clima consistente en fuertes vientos y una alta insolación... Hoy en día existen en funcionanmiento de forma tradicional solo una par de salinas, el resto de las salinas que existieron, o bien se han transformado en piscifactorías o simplemente permanecen abandonas...
Decir que para este reportaje he usado algunas fuentes, entre ellas un buen libro, aconsejado por mi buen compañero Alberto Arias, llamado "La Casa Salinera de la Bahía de Cádiz", de Juan Manuel Suárez Japón". En este libro que me ha intrigado tanto, tiene en sus comienzos de página un pequeño poema de Rafael Alberti que me ha gustado mucho..., con el me sumerjo en ese paisaje tan bonito en el que he vivido siempre y sobre todo siento su olor, el olor de sal..., espero que os guste...
...Y ya estarán los esteros
rezumando azul del mar.
¡Dejadme ser, salineros,
granitos del salinar!
¡Qué bien, a la madrugada,
correr en las vagonetas,
llenas de nieve salada,
hacia las blancas casetas!
Dejo de ser marinero,
madre, por ser salinero.
5 comentarios:
Vaya mi saludo afectuoso para ti y mi agradecimiento por tus textos llenos de amenidad y frescura. ¡Gracias!
Yo tampoco había visto nunca tal aglomeración de cigüeñas en el suelo. En el cielo, por estas fechas, si; creo que cuando se disponen a marcharse para Africa.(las que se van) porque por nuestra zona y en concreto, en nuestro pueblo, no se van.
En cuanto a tu relato de las salinas y las casas salineras:buen reportaje fotográfico y un bonito texto rematado con ese bello y nostálgico poema.
A mi también me ha gustado el poema de Alberti.
Te has fijado si el agua de las salinas contiene Artemia salina? también se le llama camarón fantasma. Es como una gamba de 1.5cm que nada con las patas hacia arriba. Es muy gracioso. Busca información por internet si no lo conoces. Me gustaría pillar alguno para criarlos en casa. Lo he intentado con huevos que cogí en Valladolid este verano pero no han acabado de salir bien.
Un saludo.
He estado viendo las imágenes de las casas salineras. Como siempre que veo una casa en ruinas, me ha llenado de nostalgia y de curiosidad. Hay una casa salinera, en la zona del Trocadero, que bien merecería la fotografies. En ella vivió de niño Fernando Pesci, capataz ya fallecido, a quien conocí y admiré. Una manera de vivir, entre el mar y la tierra, que desgraciadamente ya se perdió.
Publicar un comentario