jueves, 28 de abril de 2016

Bisontes

No, no nos hemos traslado al Paleolítico, cuando los grandes herbívoros pastaban y ramoneaban plácidamente por la Iberia más salvaje. Tampoco no hemos trasladado al Bosque de Bialowieza  en Polonia, donde gracias a las reintroducciones esta especie se salvó de la cruda extinción. Nos encontramos en la dehesa extremeña, en Plasencia, al ladito del Parque Nacional de Monfragüe. Allí una finca ganadera, Campillitos, ha optado por colaborar y aportar su granito de arena en salvaguardar la riqueza genética del mayor ungulado de Europa, el bisonte europeo (Bison bonasus). Quién lo diría...

El bisonte es el mayor herbívoro que habitó gran parte del Este de Europa y también el occidente de Rusia antes de que llegase a su práctica extinción. Si nos remontamos unos miles de años atrás, al Paleolítico Superior, el antecesor del bisonte europeo el Bison Priscus, también se distribuía por la Península Ibérica, muestra de ello son las diferentes pinturas rupestres que podemos encontrar en la Cornisa Cantábrica y que han permanecido intactas desde hace más de 10.000 años, se estima que algunas más, y que recogen impresionantes obras de arte que plasman a la perfección al gran herbívoro. 







En comparación con el bisonte americano (Bison bison), el bisonte europeo tiene hábitos distintos y busca refugio y alimento también en el interior de los bosques. La distribución del bisonte se fue reduciendo drásticamente como consecuencia de las quemas de los bosques y la deforestación, y por la caza masiva. Pero fue durante la Primera Guerra Mundial cuando se llegó a casi su exterminio, al masacrar literalmente sus poblaciones para alimentar a los soldados de los frentes.




Tras la masacre, las poblaciones salvajes de bisonte desaparecieron, tan sólo quedaban algunos ejemplares en zoológicos y en cautividad. Entonces se comenzaron a realizar esfuerzos para recuperar a la especie que ya estaba prácticamente al borde de la desaparición. Las primeras reintroducciones se llevaron a cabo en los Bosques de Bailowieza (Polonia), y poco a poco se fueron sumando otros puntos para su reintroducción. En la actualidad más países europeos optaron por recuperarlo, aunque la herencia genética de la especie es muy pobre y su estado bastante delicado.









España también se sumó recientemente a esta recuperación del gran herbívoro europeo, y los primeros bisontes fueron trasladados a Asturias promovidos por el Centro de Conservación del bisonte europeo. Hoy son varios puntos en la geografía nacional que se han sumado a los proyectos de cría. Los dos últimos son la finca ganadera Campillitos, al lado de Monfragüe e inmersa en pura dehesa, y que tuvimos ocasión de visitar (www.turismobisontesmonfrague.es). Y el otro punto es el Proyecto Paleolítico Vivo, en Atapuerca (www.paleoliticovivo.com), que persigue la recuperación de los grandes herbívoros cercanos a sus antepasados, como un sistema de conservación de medio y de una forma totalmente sostenible.

Existen muchas controversias en cuanto a la incorporación del bisonte europeo a centros zoológicos de cría, y sobre todo a que se lleguen a realizar reintroducciones en estado semisalvaje. Hay quienes se posicionan en contra o temen de que su integración traiga ciertos problemas al medio rural, aunque más bien son temores algo infundados y los únicos que podría sufrir alguna problemática serían los propios bisontes, ya que su delicado estado genético lo hacen más vulnerables ante enfermedades que le pueden transmitir el ganado doméstico. Sin embargo, el hecho de conseguir que el mas grande de los herbívoros europeos pastase y ramonease de nuevo por nuestros montes, parece ser traería más ventajas que desventajas, ya que son unos excelentes desbrozadores y ayudarían a mantener el monte equilibrado y en buenas condiciones. Aparte del beneficio económico que generarían considerándolo como una atracción turística. Quizás la mejor fórmula será ir poco a poco, comunicando e informando abiertamente, incidiendo en el medio rural que son los más cercanos al asunto, y promover estos beneficios. Y sobre todo, la gran necesidad de conseguir sacar al bisonte de su delicado estado genético, criando a la especie aunque sea en semilibertad y  conseguir que por fin se encuentre libre de amenazas.






Espero como siempre el reportaje resulte de interés. Gracias por vuestra visita.

martes, 12 de abril de 2016

Piquitos de barro



Su llegada no pasa inadvertida. Cuando regresan de sus cuarteles de inverno en áreas africanas, es común verlas sobrevolar en grupos las calles de las poblaciones rurales, y ciudades también. Y si existen cornisas con la suficiente altura y lejos de amenazas, instalarán un nido artesano de barro, o puede que reparen el que ya usaron y dejaron vacío el año anterior. Normalmente se reúnen en colonias, y es fácil observar en estas cornisas una hilera de nidadas adosadas. Son verdaderas alfareras, buscan zonas donde se acumulan limos y arcillas humedecidas, y poco a poco, viaje tras viaje, lo trasladan con sus picos hacia el nido. Meticulosamente forman o reparan un refugio semicerrado que ni el mejor arquitecto diseñaría. Tienen la consistencia y fijación suficiente para que aguante toda la temporada de cría, incluso algunos años más si está bien situado. Allí los polluelos de avión común, nacerán, se desarrollarán y permanecerán hasta que hayan crecido lo suficiente y se lancen al vuelo esa misma temporada.

Observar a los aviones comunes, en su laboriosa tarea de recoger el barro con sus minúsculos piquitos, y volver a por más material de construcción una y otra vez, es todo un espectáculo. Y observar una colonia de estas aves, entrando y saliendo, construyendo, reparando..., sus nidadas es digno de admirar. No entiendo como es posible que haya quienes derriben estos nidos porque simplemente no les gusta estéticamente en la cornisa de su casa. O porque según ellos molestan. ¿No seremos nosotros los que molestamos a ellos??