jueves, 13 de octubre de 2016

Mallas cinegéticas, el terror de la fauna silvestre



En la actividad cinegética que se estila en toda Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha hasta llegar al Sistema Central, los cotos de caza ocupan grandísimas extensiones de monte. Estas grandes fincas se encuentran acotadas por mallas cinegéticas lo que supone miles y miles de hectáreas delimitadas por esta impenetrable barrera. Las mallas alcanzan elevadas alturas para evitar en lo posible el escape de ungulados, y su luz de malla resulta un despiadado obstáculo en el trasiego diario del resto de fauna, impidiendo incluso a los mamíferos de tamaño medio como el zorro, el tejón o el gato montés se muevan con libertad en su hábitat. Se convierten así en el terror de nuestra fauna silvestre.
 
En estos cotos se introducen con único interés cinegético diversas especies de ungulados; venados, gamos, corzos y jabalí, alcanzando altísimas densidades de individuos muy lejos de ser una gestión sostenible y suponiendo por tanto una enorme presión para el medio. A esto hay que añadir la alimentación suplementaria que se les suministra basada en piensos, convirtiéndolos entonces en auténticas granjas de ungulados "silvestres". La única finalidad es sobrepoblar hectáreas y hectáreas de animales para abatir en monterías el mayor número de piezas, cuyo único propósito es su trofeo por lo que los grandes machos siempre serán exterminados. Esto también va en detrimento de la genética de la especie pues al eliminar los animales más corpulentos y mejor desarrollados, que serán los que dejarán una buena herencia genética, se acumulan hembras y los individuos más débiles, menos corpulentos y más propensos a enfermedades.
 
Ciervo dentro de un coto de caza mayor acotado con malla cinegética, Los Alcornocales (Cádiz)

Cuando se realiza una montería, los ungulados se ven atrapados sin escapatoria ante la persecución de rehalas de perros que los persiguen y que en multitud de ocasiones los alcanzan y llegan a matar a desgarros de forma agonizante. Muchos de los venados, gamos o corzos, cuando intentan rebasar estas auténticas cárceles, quedan enganchados sin poder liberarse, muriendo exhaustos y de inanición... Recuerdo una vez desenganchamos un corcino que se quedó atrapado por una pata al intentar huir intentando atravesar una de estas mallas. El corcino gritaba y gritaba desconsolado llamando a la madre, quien no podía hacer nada más que llamar a su retoño desesperadamente. En esta ocasión pudimos liberarlo gracias a que estábamos allí, pero son muchos los corcinos y cervatillos que intentan penetrar por las mallas quedando sus pequeños cuerpecitos atrapados hasta la muerte.

Para el colmo del impacto que ya suponen estos cercados cinegéticos para la fauna y el medio, aparte son usados por los gestores de cotos y su guardería para el exterminio predadores, a los que tanto odio les tienen... Bajo la malla colocan lazos de cable de acero. Estos son situados en sitios estratégicos, donde la elevan formando un hueco y donde quedarán colocados, siendo éste el único paso por donde la fauna carnívora podrá pasar. De esta forma el resto de malla, que queda cerrada a cal y canto, dirigirá al desafortunado animal que se tope con ella hacia este único paso, forzando a conciencia a que solo tenga esa opción para pasar y donde por supuesto se verá atrapado. Estos lazos están totalmente prohibidos, pero la vigilancia en los grandes cotos es prácticamente inexistente y se colocan deliberadamente y a placer. Cuando un carnívoro de tamaño medio, como el zorro, el tejón, meloncillo, gato montés, o lince..., cae en un lazo, el animal empieza a tirar aterrado en el intento de liberarse por todos los medios, entonces el cable de acero empieza a apretar el cuello, cuanto más le oprime el cable más se asusta y más tira, estrangulándolo y asfixiándose poco a poco. A veces los animales víctimas del terror caen extenuados, muriendo igualmente pero de inanición. Los lazos son la forma más cruel de matar a un animal. Dejo a continuación una imagen de un tejón que cayó en un lazo y que murió de forma agonizante. 

 Tejón caído en un lazo en el PN Los Alcornocales (Cádiz). Foto cortesía de Javier Rodríguez Piñero.
 
 
Esta es la cruda realidad de estos grandes latifundios cinegéticos cercados de mallas, una realidad que pasa desapercibida y donde multitud de fauna muere a diario. En una actividad cinegética que es respaldada y apoyada por el mundo político con el único fin de engrosar sus cuentas, y relegando a último lugar una gestión sostenible del medio.

2 comentarios:

Jorge M. Hernández dijo...

Lo de las mallas cinegéticas de mierda no hay por donde cogerlo, cada cual pone la valla como le sale de la breca, e incumpliendo la mayoría de ellas todas las normas que las rigen.
Cualquiera puede darse un paseo por alrededor de una finca y comprobar todos los "puntos" ilegales de ésta...y nadie (con nadie me refiero a cualquier agente mediambiental, Seprona, forestal, etc...) parece inspeccionar nunca ningún vallado, no me lo puedo creer!
Me gusta llevar cuando paseo por el campo unos alicates de corte, nunca sabes cuando los vas a necesitar.
UN saludo

Esmeralda Ramos dijo...

Así es Jorge, es alucinante el pasotismo y la vista gorda que hacen con esto, aquí por ejemplo no hay ni un coto que las tenga colocadas al derecho. Gracias por tu comentario.