miércoles, 21 de enero de 2015

GRAN CIERVO


Oh mi gran ciervo!, que el otro día mostraste tu colosal cornamenta.

Oh mi gran ciervo!, ingenuo y ajeno a que yo te estaba observando.

Oh mi gran ciervo!, ten cuidado y no la muestres tan inocente, pues todos los que te observan no lo hacen porque te admiran, o puede que te admiren, pero tendido muerto y con el plomo incrustado en tu pecho.

Oh mi gran ciervo!, no la muestres y cuando escuches los ladridos, huye! Todos no te quieren vivo en el monte, tu que eres el rey, pero huye! Porque no tendrás nada que hacer, este adversario es más peligroso y cruel que aquel que encuentras en la lucha por tu harén. Este adversario no siente pasión, y ansioso te perseguirá hasta darte muerte y arrancarte tu titánica cornamenta, para colgarla en la pared.

Oh mi gran ciervo, huye...


lunes, 19 de enero de 2015

Mis queridos Alcornocales, siempre.


No sé si es el apego de haber vivido y respirado desde pequeña este lugar, o es que realmente tiene algo, que atrapa y cautiva a aquel que se consagra a sus entrañas, a su esencia y existencia, a su alma . Por que sí, estos parajes tienen alma.

Cada punto, cada dirección a la que miras te cuenta cosas, te muestra y te enseña sus secretos, que nunca nadie desveló. Cuantos misterios, me revela cuando curioseo entre sus quejigos, entre sus alcornoques, entre sus jaras y sus lentiscos, sus brezos, sus valles y sus veredas, sus peñascos caprichosos de arenisca que de repente asoman de entre el matorral. 

Las mañanas te regalan brumas que se retienen cuando los vientos la atraviesan, y los atardeceres te seducen con cálidas luces que te embriagan de sosiego y serenidad.

No, no estoy fascinada, o quizás sí, ¿cautiva?, ¿encantada?, ¿de su esencia? Puede ser..., sí.