Oh mi gran ciervo!, que el otro día mostraste tu colosal cornamenta.
Oh mi gran ciervo!, ingenuo y ajeno a que yo te estaba observando.
Oh mi gran ciervo!, ten cuidado y no la muestres tan inocente, pues todos los que te observan no lo hacen porque te admiran, o puede que te admiren, pero tendido muerto y con el plomo incrustado en tu pecho.
Oh mi gran ciervo!, no la muestres y cuando escuches los ladridos, huye! Todos no te quieren vivo en el monte, tu que eres el rey, pero huye! Porque no tendrás nada que hacer, este adversario es más peligroso y cruel que aquel que encuentras en la lucha por tu harén. Este adversario no siente pasión, y ansioso te perseguirá hasta darte muerte y arrancarte tu titánica cornamenta, para colgarla en la pared.
Oh mi gran ciervo, huye...
2 comentarios:
Hola.
Mucha paciencia para fotografiarlo,con los escurridizos que son.Un saludo
Un premio a la paciencia.Saludos.
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