miércoles, 2 de mayo de 2018

Visitando al pasado

Hace un par de años tuvimos un inesperado encuentro con unas tumbas antropomorfas muy particulares, se hallaban en uno de esos sobrecogedores rincones de los Alcornocales, recuerdo que hice una entrada sobre ellas en su momento. La cantidad de tumbas talladas en la roca arenisca que caracteriza a estos parajes es impresionante, aunque la mayoría de ellas son de difícil de acceso ya que se encuentran en terreno privado. No me cabe duda de que aún quedan muchas, muchísimas por descubrir, igualmente pasa con las innumerables pinturas rupestres que adornan cuevas y covachas del territorio.

El otro día volvimos a visitarlas, quería visitarlas y sentarme un rato a su lado. Por si alguien recuerda relaté que seguramente se trataba de una familia. El conjunto de tumbas están talladas en dos bloques de rocas diferentes, pero uno al lado del otro. En uno de ellos, el más grande, se encuentran las tumbas de dos adultos, una parece mayor que la otra  así que deduzco que la mayor es la tumba de un hombre y la otra de una mujer. Ambas  se encuentran orientada a la salida del sol. En el otro bloque de roca algo más pequeño, pero más elevado, se encuentra la tumba de un bebé, o de un niño muy pequeño de edad, es una tumba muy reducida. También se encuentra orientada a la salida del sol. No tengo ninguna duda, de que se trataba de una familia, una pequeña familia, y tengo la sensación de que murieron a la misma vez, y así mismamente fueron enterrados de esta particular forma.

Se encuentran dentro de un bosque de alcornoques idílico, rodeados de paz y tranquilidad, estoy segura que si no la tuvieron en vida, la encontraron después de la muerte en este lugar. Recuerdo que el día que las encontramos sentí esa paz. Esta vez, la volví a sentir, a partir de ahora les llamaré, mis amigos.





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